miércoles, 24 de septiembre de 2014

Las mujeres en los grupos armados en Colombia

La violencia contra las mujeres, en particular la violencia y la explotación sexuales –llegando hasta la violación y la mutilación genital–, forma parte integral del conflicto armado y continúa siendo una práctica extendida que utilizan todos los bandos del conflicto. Las mujeres son objetivo de los grupos armados por diversas razones: por transgredir roles de género o desafiar prohibiciones impuestas por los grupos armados, o por ser consideradas un blanco útil a través del cual humillar al enemigo.

La violación y otros delitos sexuales, como la mutilación genital, son prácticas frecuentes de las fuerzas de seguridad y sus aliados paramilitares como parte del repertorio de tácticas de terror que emplean contra las comunidades situadas en zonas de conflicto a las que acusan de colaborar con la guerrilla. Estas tácticas están concebidas para provocar desplazamientos en masa o romper los vínculos, presuntos o reales, entre dichas comunidades y las fuerzas guerrilleras. En este marco, la impunidad de que gozan los autores de estos delitos no es accidental, sino que forma parte de la estrategia de contrainsurgencia. Al sembrar el terror y explotar a las mujeres para conseguir objetivos militares, han convertido sus cuerpos en campos de batalla.

El abuso y la mutilación de índole sexual de mujeres y niñas es una característica común de las masacres perpetradas por los grupos paramilitares frecuentemente actuando en connivencia con las fuerzas de seguridad. Muchas mujeres también han sufrido abusos tras ser secuestradas por grupos armados ilegales, mientras estaban bajo la custodia de las fuerzas de seguridad o durante registros domiciliarios. Los grupos paramilitares y guerrilleros también han secuestrado a mujeres para que prestaran servicios sexuales a sus mandos y han reclutado a mujeres y niñas de las que posteriormente sus compañeros han abusado sexualmente. Asimismo, los grupos guerrilleros han obligado a las combatientes a abortar y utilizar métodos anticonceptivos. La violencia sexual contra mujeres en zonas que los grupos armados se disputan militarmente ha sido especialmente numerosa. Entre los sectores que corren más peligro están las afrodescendientes y las indígenas, las desplazadas, las campesinas y las pobladoras de barrios de la periferia de las ciudades, muchas de ellas ya desplazadas.

Los grupos guerrilleros y los paramilitares apoyados por el ejército han intentado controlar los aspectos más íntimos de la vida de las mujeres imponiendo normas invasivas, interviniendo en conflictos familiares y comunitarios e infligiendo castigos como la violación, la mutilación sexual y la flagelación a quienes osan transgredirlas. Estas normas se basan en estereotipos de género muy arraigados culturalmente, y por tanto también las lesbianas, los gays y los presuntos portadores del VIH o enfermos de sida son objeto de la violencia de paramilitares y guerrillas.



La violencia sexual contra las mujeres ha sido ignorada durante mucho tiempo, no sólo por las autoridades colombianas, sino por la población en general, que siempre la ha considerado como algo que pertenece al ámbito privado. Es una forma característica de agresión que, contra toda lógica, avergüenza a la superviviente, no al perpetrador. Las supervivientes suelen ser aisladas y estigmatizadas por sus propias comunidades, y el Estado no se ha mostrado dispuesto a poner a los responsables en manos de la justicia. Cuando se investiga judicialmente un caso de violencia sexual, el trato que reciben las supervivientes suele ser degradante, algunas supervivientes incluso se encuentran bajo investigación y los perpetradores son raras veces identificados y más raramente aún castigados por sus delitos. El tratamiento médico para las supervivientes de abusos sexuales es prácticamente inexistente para quienes no pueden pagarlo. Así, la violencia sexual contra las mujeres en el marco del conflicto armado ha seguido permaneciendo oculta tras un muro de silencio fomentado por la discriminación y la impunidad. Las mujeres que la padecen se han convertido en las víctimas invisibles del conflicto.

El objetivo de este informe es ofrecer una plataforma a las mujeres que han sobrevivido a la violencia sexual, cuyas voces rara vez se escuchan debido a la vergüenza y el temor que han experimentado durante tanto tiempo, y así contribuir a que se conozca más la magnitud y la gravedad de la violencia contra las mujeres en el conflicto armado colombiano. Muchas de las mujeres que hablaron con Amnistía Internacional no se habían sentido hasta ahora con fuerzas para contar su historia, a pesar de que en algunos casos habían pasado años desde lo sucedido. La organización agradece a estas mujeres y niñas su valor para denunciar los hechos. A ellas está dedicado este informe.

Los niños victimas de la guerra en Colombia

A pesar del boom de noticias que desde la década del 90 vienen publicando los medios de comunicación, no es mucho lo que conocemos sobre una realidad social que en Colombia adquiere unas dimensiones dramáticas: el niño soldado. Si bien Colombia es un país que se ha caracterizado por su larga historia de conflictos, sobre los cuales ha corrido mucha tinta y han sido objeto de escrutinio político y académico, la participación de los niños y las niñas al igual que los jóvenes en ellos, amerita una mayor atención.


En América Latina los niños soldados han estado presentes en las luchas de Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay y Perú, pero las cifras más alarmantes que se han reportado se encuentran en Colombia, donde no menos de 13.000 niños se han desempeñado en los últimos años como soldados, lo que significa que uno de cada cuatro combatientes irregulares es menor de edad. Ellos han estado presentes tanto del lado rebelde, en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC-EP y en ELN, al igual que con grupos paramilitares derechistas como la  Autodefensa Unidas de Colombia, AUC. Se calcula que por lo menos dos tercios de estos niños guerreros tiene menos de 15 años de edad, y los más jóvenes reclutados tienen tan solo siete años1.

Este hecho social, la participación de los niños, niñas y jóvenes en la guerra, es necesario estudiarlo en sus múltiples dimensiones, conocer su perfil de la vulnerabilidad, determinar las variables con las que se encuentra asociado el problema, profundizar en las actividades y experiencias de ellos al lado de los grupos militares a fin que el gobierno, las autoridades y las instituciones encargadas, no solo de impedir su ingreso a los grupos armados ilegales, sino posteriormente con la obligación de reinsertarlos al vida civil, tengan los elementos necesarios para diseñar políticas mas acordes con la realidad. Se debe buscar reflexionar sobre la relación entre guerra y estructura social, observar lo sucedido en Centro América y en el África, lugares en los cuales después de las negociaciones de paz y de los esfuerzos nacionales e internacionales, la experiencia de los niños al lado de los grupos armados ilegales pesó mas que los intentos de una nueva socialización y un nuevo proyecto de vida.




Formas de reclutamiento

La forma como los niños, niñas y jóvenes llegan a estos grupos armados irregulares, presenta diversas modalidades. El reclutamiento forzoso utilizado no es el único mecanismo mediante el cual éstos logran engrosar sus filas, como comúnmente se cree. 

La realidad nacional tiene muchos matices, es compleja y diversa. Según las fuentes que se consulten, se tiende a privilegiar unas formas de reclutamiento sobre otras. El Ejercito Nacional, habla de formas coercitivas de llevarse los niños, mientras otras instituciones plantean, además de ésta, otras modalidades, siendo la voluntaria la más importante. El informe de la Defensoría del Pueblo antes mencionado, considera que el 90% de los niños que estaban en la guerrilla, manifestaron haber entrado por voluntad propia. De ellos, al 33% los atrajo las armas y los uniformes, a otro 33% fueron las condiciones de pobreza las que los llevaron a tomar esta decisión, al 16.60% porque crecieron conviviendo con ella, y el 8.33% se vinculó por enamoramiento, decepción amorosa o sentimiento de venganza porque sus familias y bienes habían sido destruidos18 y el entrar a una de estas organizaciones era el único medio que consideraban les permitiría algún día vengarse.

Consecuencias del conflicto armado


Las Consecuencias del conflicto armado en Colombia dejan miles de muertos, lisiados, secuestrados, una de las peores crisisde desplazamiento forzado en el mundo y desaparecidos, lo que ha conllevado a que Colombia sea clasificado como uno de los países más violentos del mundo y uno de los principales exportadores de drogas ilegales.17 18.


La década de 1970 a 1980 se caracterizó por una desmedida represión por parte del Estado (Ejército, policía y autoridades civiles) contra los movimientos políticos, obreros,campesinos y estudiantiles. Además, algunos particulares tomaron con su propia mano la aplicación de medidas represivas contra los mencionados sectores. 

La población civil de las regiones afectadas por los enfrentamientos armados en Colombia sigue estando expuesta a actos de violencia como homicidios, ataques directos, secuestros y reclutamientos forzados. Muchas personas se ven obligadas a huir y abandonar sus pertenencias. El conflicto también tiene graves consecuencias para quienes se quedan en su hogar ya que, por ejemplo, ven limitado su acceso a los servicios médicos o al suministro de agua. El CICR se esfuerza por prestar protección y asistencia a las víctimas del conflicto: personas desplazadas, víctimas de la contaminación por armas y otras personas vulnerables. Introducción general del Informe de Actividades del CICR en Colombia, 2009.


Mientras las partes en conflicto adelantan los enfrentamientos armados en zonas rurales, la población que habita estas áreas vive en permanente peligro y está expuesta a violaciones del DIH como: homicidios y/o ataques a personas protegidas por el DIH; desapariciones forzadas; violencia sexual; toma de rehenes; reclutamiento forzado; malos tratos físicos y/o psicológicos; y


desplazamiento forzado.


La falta de respeto al principio de distinción entre combatientes y civiles, la estigmatización, las presiones para colaborar generando represalias directas contra los civiles, la ocupación de bienes civiles privados o públicos y la contaminación por armas son otros factores agravantes que afectan la vida de las comunidades.


El conflicto armado en Colombia también afecta a la población civil residente en términos de acceso a servicios básicos tales como: la atención médica, la educación, el agua y saneamiento, sobre todo en áreas remotas. El acceso a estos servicios es aún más complicado por las consecuencias de la crisis económica y la baja inversión estatal.
Las comunidades que viven en lugares remotos están cada vez más confinadas y con frecuencia no pueden salir a causa de los controles establecidos por las partes en conflicto, además sufren de una serie de restricciones de bienes de primera necesidad, situación que afecta aún más la economía de estas familias/comunidades que ya era muy frágil.
Más allá de insistir en la importancia que tiene la aplicación de las normas humanitarias, es fundamental que los dirigentes políticos y los actores armados involucrados en el conflicto tomen todas las precauciones necesarias para proteger a quienes no participan o han dejado de participar en las hostilidades.   

Causas del conflicto armado

Las causas para que se desarrollara el conflicto armado colombiano se centran en una amalgama de elementos entre los que cabe destacar la debilidad del Estado, el conflicto por la posesión de la tierra, la existencia de marcadas diferencias económicas, o la polarización y la persecución de la población civil debido a su orientación política. También destaca la permanencia de guerrillas de orientación comunista y la existencia de una industria del narcotráfico que se ha introducido en todos los sectores de la sociedad y del Estado.


Durante la década de 1980 el conflicto armado presentó un rápido escalamiento que se caracterizó por la intimidación generalizada que produjo la guerrilla en numerosas regiones del país, por los asesinatos selectivos de miembros civiles de la izquierda a manos de los nacientes grupos paramilitares, así como por la aparición de sectores del narcotráfico que chocan con la guerrilla en desarrollo de sus actividades delincuenciales (en particular, por el secuestro extorsivo de familiares de capos del narcotráfico por parte de la guerrilla). En esa década, el país experimentó transformaciones económicas que se centraron en la transición de Colombia de país cafetero a país minero y cocalero, con el dinamismo de nuevos sectores de la agroindustria, así como de la minería del carbón, el petróleo y el oro. A esta irrupción de nuevos polos de desarrollo económico se sumo el suroriente del país, donde creció la industria ilegal de la coca.

Conflicto armado en colombia

El conflicto político en Colombia se remonta al siglo XIX cuando comienzan a darse las rivalidades entre los partidos tradicionales que se hizo mas fuerte durante la Guerra de los Mil días e inicio un largo periodo de violencia en Colombia. En cuanto al conflicto político actual, empieza en la década de los 60 con la aparición de las guerrillas (principalmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional), fruto de la exclusión social y política, la distribución desigual de las tierras, y la injusticia social. En Colombia existen aproximadamente alrededor de unos 140 grupos de los cuales la mayoría están siendo financiados por el narcotráficto.


La Primera desde 1948, la Segunda desde 1954, La Tercera desde 1962 y La Cuarta y Más prolongada desde 1964 Hasta Hoy.

Esta guerra asido la guerra interna mas larga de todo el mundo que comenzó en mayo de 1964 cuando un ejército de origen campesino que se ase asían llamar comunista: y se identificaron como "las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia" (FARC), quizá la guerrilla más vieja del mundo.   Las FARC son comandadas por Pedro Antonio Marín, un ex labriego cuyo nombre de combate es Manuel Marulanda Vélez, y a quien sus enemigos pusieron el sobre nombre de Tirofijo.



Tras 40 años de conflicto, ni el Estado ni los grupos armados han conseguido sus objetivos y la violencia ha llevado a la transformación del sistema económico del país y a la militarización de la sociedad con los grupos paramilitares como nuevos actores. Un elemento importante es que la sociedad civil colombiana, la principal víctima del conflicto armado, se esta involucrando activamente en el Proceso de Paz con propuestas esperanzadoras que buscan el final de la violencia y que crean una dinámica que podría ser germen de integración social en la que la convivencia se imponga a la confrontación y a la violencia.